jueves, 8 de enero de 2015

No puedo terminar lo que emprendo

Hay personas que tanto en su vida privada como a nivel laboral pasan de un proyecto a otro dejando lo anterior, que habían comenzado con tanto entusiasmo. No concretar los proyectos es, de algún modo, vivir fuera del tiempo, vivir sin límites. Pero tambien hay otras interpretaciones posibles. Freud dijo que el inconciente es atemporal, la incapacidad de fijarse plazos es el signo de que un acontecimiento del pasado influye de tal manera sobre el individuo al punto que contamina su vida actual y le impide llevar a cabo sus objetivos e ignorar las exigencias de la temporalidad. Incluso frena sus deseos y se pone permanentes barreras en forma de excusas. Por ejemplo, algo que se escucha mucho en el consultorio “ya es tarde para hacer esto que quiero”. Pero no cumplir sus objetivos produce un beneficio secundario como es el escapar a la confrontación con lo real, porque si no me enfrento con mis propias posibilidades hago que todo sea posible. Es el afuera el que no me permite cumplir con mi deseo y no el hecho de que no crea en mis capacidades. Esta manera de pensar permite a los perfeccionistas continuar creyendo que son brillantes y que poseen un potencial ilimitado. Esta es una manera de evitar las decepciones y protegerse narcisisticamente de las frustraciones. ¿Cuántas veces hemos escuchado a un amigo que anuncia que su vida va a cambiar en un plazo muy breve, que va a iniciar una carrera nueva y va a buscar un trabajo que nada tenga que ver con el actual y sin embargo un año después está instalado en el mismo lugar y estudiando lo mismo, con los mismos hábitos de siempre, sin que nada haya cambiado. Esta es otra manera en que se manifiesta la dificultad para llevar a cabo los proyectos y es una mezcla de confusión entre deseos y objetivos. Es cuando no se puede materializar, poner en acción algo que se desea; porque un objetivo pertenece al dominio de lo concreto, mientras que un deseo puede quedar en el plano de las fantasías. Evidentemente quien no puede concretizar realiza una evaluación negativa de sus propias posibilidades, que a veces están reforzadas por la empresa y por el entorno. Cuando alguien no puede distinguir cuales son los recursos con los que cuenta, se repliega sobre sí mismo y como contrapartida empieza a armar proyectos grandilocuentes, casi imposibles de llevar a la práctica. Ahí va a reprochar a su entorno la falta de apoyo y reprocharse por su ineficacia, lo que va a intensificar su falta de confianza en sí mismo. También podemos pensar que la idea de llegar al fin de un objetivo, reenvía inconcientemente a la idea de muerte y reaviva en un punto los recuerdos vinculados con nuestra forma temprana de separación. Terminar un proyecto indica que uno se separa para pasar a otra cosa y esta es una perspectiva que genera mucha angustia a aquellos que han tenido malas experiencias en sus vivencias tempranas de separación. En este contexto, lo que no se termina es una manera de evitar la pérdida y asi diferir el momento de hacer otra cosa, es decir lanzarse a lo desconocido. Cuando se arma un proyecto es bueno preguntarse qué es lo que va a cambiar si resulta exitoso, que es lo que va a aportarme no solo a nivel profesional sino también en términos de satisfacción personal. Estas respuestas van a poder aclarar algunas cosas y considerar con mayor lucidez el objetivo fijado. Por lo general, uno tiene más tendencia a remarcar los fracasos que los éxitos, porque “si yo lo pude hacer, cualquiera puede”. Pero en el momento en que comenzamos a darnos cuenta de que esta creencia es falsa, y podemos disfrutar de los progresos realizados, eso nos va a servir de motivación para seguir adelante.

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