viernes, 2 de enero de 2015

Para qué sirven los regalos?

Durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo el hecho de dar y recibir regalos no es inocente. Sabemos que ningún don es neutro, concierne tanto al que da como al que recibe y su objetivo es esperar una reacción del otro. Los regalos sirven para agradar a los otros y a uno mismo. Es una manera de decirle al otro que se lo quiere y que forma parte del círculo de amigos, también es una forma de intercambio social. Decimos que los regalos son una demostración de amor, es decir un alimento afectivo que revive en cierta forma el alimento de la madre con su hijo y cuando ese regalo coincide con los gustos del que lo recibe éste se siente satisfecho porque “regalar es recibir”. Aquellos que son más generosos en el regalar son los que más afecto demandan; nuestros regalos son ante todo, demandas de amor. Un regalo simboliza a la persona amada, nos recuerda su presencia y nos hace más soportable su ausencia. En sentido inverso simboliza al beneficiario, porque quien regala se supone que conoce sus gustos y sus intereses. Es por eso que un regalo que produce disgusto nos hiere tanto, ya que revela cuan mal nos conoce el donador y muestra la imagen que tiene de nosotros. A su vez, el rechazo a regalar y recibir regalos lleva a una ruptura de códigos ya que se interpreta como una falta de cortesía y como un índice de hostilidad. Es decir que los regalos llevan implícito un mensaje. Cuando alguien hace un regalo descuidado, que no tiene nada que ver con los gustos del que lo recibe, con eso le estamos diciendo “vos no me interesas para nada”. En cambio cuando alguien hace un regalo muy caro y desproporcionado, podemos pensar que se trata de una persona con un estado de insatisfacción importante en el plano afectivo y social con ambiciones desmesuradas o también que se preocupa mucho por el que dirán y las apariencias. El que ofrece poco o no hace regalos puede ser una persona tacaña que esconde su mezquindad y tiene miedo de no tener mañana eso que tiene hoy. Pero no siempre es así, ya que hay personas que dicen detestar hacer regalos y los motivos son más emocionales que materiales. Porque regalar es también dar una parte de uno mismo y en este caso se trata de alguien que tiene temor a mostrarse ante los otros; también puede ser el caso de personas oposicionistas que se niegan a entrar en los rituales sociales. Otros en cambio hacen solo regalos útiles. Aquí se trata de personas que desean mostrar su espíritu práctico y eficaz. En todo caso, ofrecer un regalo, a nivel personal, marca un lazo afectivo que nos liga al otro, mientras que en la esfera profesional se trata de un ritual social para mostrarse de determinada manera y obtener resultados más tangibles. Frente a un regalo tenemos tres actos, ofrecerlo, recibirlo y agradecerlo. Cuando uno se toma un tiempo para elegir un regalo, intenta pensar qué es lo que puede agradarle al otro y de esa manera incrementa el vinculo amoroso. En ese caso el regalo es un éxito. A la inversa, cuando se compra algo pensando en uno mismo sin consideración de los gustos del otro, estamos frente a alguien con una modalidad más narcisista. La particularidad de los regalos de Navidad y Año nuevo es que se trata de un intercambio donde se tratan de actualizar el mito de la armonía familiar, pero esto igualmente no evita las tensiones que inevitablemente lo atraviesan. En estos casos los regalos permiten afirmar la posición de cada uno y arreglar cuentas. Las fiestas invitan además a mostrar la disponibilidad para estar con otros. La madurez implica que uno es capaz de aceptar que forma parte de un clan, aunque sea por un rato y hacer un regalo contribuye a ello.

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