domingo, 31 de octubre de 2010

LA DUDA

La duda es un instrumento importante, porque permite repensar algunas acciones, o no tener certezas en determinadas creencias. Esto por supuesto depende del grado, porque en algunos casos dudar demasiado puede transformarse en algo negativo y torturante. No estamos hablando aqui de aquel que duda de todo, sino de otra cosa. La duda es inversamente prorcional a la confianza en uno mismo porque cuando se duda de todo, se duda de uno mismo. Entonces cuando la falta de confianza se incrementa, hay un sentimiento de verdadera discapacidad, porque si alguien está convencido de que no va a poder, seguramente va a hacer todo lo posible para que se cumpla eso que justamente quiere evitar.
La falta de confianza puede conducir en algunos casos a una crisis de identidad, donde es difícil afrontar los avatares de la vida cotidiana. Aun por temor al fracaso, se puede dudar de las propias posibilidades y rechazar avances tanto en lo profesional como en lo personal, por temor a no ser competente.

Este sentimiento de inseguridad tiene sus orígenes en la infancia. Si un niño tiene padres muy exigentes la propia ansiedad se mezcla con el miedo de no poder satisfacerlos y ahí el niño se siente desvalorizado. También si los padres son muy protectores y no le permiten crecer, puede que el niño se sienta incapaz de afrontar las dificultades de la vida en la adultez.
Para recuperar la confianza en uno mismo, el primer paso consiste en tomar la decisión de cambiar. Porque si no hay conciencia de incomodidad, de padecimiento, no hay posibilidad de cambio. Igualmente esto demanda un trabajo sobre sí mismo que en la mayoría de los casos debe ser asistido por un profesional psicólogo. Hay que hacer un trabajo que suele ser doloroso, pero que permite comprender la causa del padecimiento.
Se escucha con frecuencia decir en el consultorio él me hizo, me dijo que lo haga, me manejó, me manipuló, etc. Muchas veces esta necesidad de actuar rápido es una manera de tapar el vacio que genera angustia.
Esta angustia remite a situaciones vividas en la infancia que no han sido resueltas. La duda se mete en lo cotidiano y sacude las creencias que producian mas seguridad. Se duda de uno mismo, del otro, del futuro, del resultado de un proceso, del alcance de un deseo, del sentido de un gesto, de la veracidad de un enunciado, etc. A veces esta duda se instala inhibiendo, otras veces surge interrumpiendo un periodo de monotonía y produce un sacudón. El lado interesante que tiene la duda es que también nos permite preguntarnos sobre nuestros límites y sobre la realidad. A veces se perfila como una promesa de lograr la felicidad. Me pregunto si hago esto o lo otro, pero una vez resuelto el problema hay una sensacion de bienestar y la angustia se disipa como por arte de magia.

Entonces, despues del caos viene la plenitud… pero por supuesto que no es para siempre, porque puesto a nuevas responsabilidades, todo vuelve a ser como antes.
Decia un paciente : Todo el tiempo vuelve sobre mi cabeza ese pensamiento de por qué no podia negarme a algo que yo sentia como una voluntad exterior que me obligaba a hacer algo que no queria, y ahi dudaba.

La duda en un determinado momento de la vida pone en juego resortes muy intimos. Moviliza lo impensado, y profundiza en nuestras expectativas, nos sacude. Tambien nos permite preguntarnos sobre nuestra percepcion y nuestros limites. Nos coloca frente a una situacion en la que es necesario elegir y dejar fluir la angustia, para posteriormente tomar una decision determinada.
Entonces cuando se produce una situacion inesperada, se reavivan situaciones anteriores dolorosas que generan esta impresión de extrañeza y se terminan por desarmar todas nuestras certezas, todo eso que creiamos que teniamos tan ordenado. La duda en ultima instancia es la pregunta acerca de si fui o no deseado, si fui o no amado y esta cuestion que es un interrogante de los niños, resurge en la edad adulta en una circunstancia determinada, y a veces sin que nada aparentemente la justifique. Esto nos hace tomar conciencia de la vulnerabilidad en la que nos desenvolvemos. Porque la duda es la expresion de un impulso que es paradojico, por un lado hay un deseo de liberarse de la fijacion a la madre, que nos confina a la dependencia debido a que hubo una falla en el momento de la separacion, pero a su vez se acentua el sentimiento de fragilidad porque dificulta la separacion y la vuelve inquietante.
Tambien es una manifestacion de la angustia alrededor de la cual se elabora nuestro sistema de defensas. Si una madre deja gritar sin limites a su hijo sin ir a ver que le pasa, o no lo cuida lo suficiente y se cae reiteradamente, lo deja librado a su suerte, va a ser distinta la sensacion de éste con otro niño cuya mama no le permite separarse, pues está demasiado pendiente de su destino. Evidentemente estos niños y tambien de adultos, van a establecer una relacion diferente con el mundo que los rodea.
Es decir que la duda se produce por una situacion real que es vivida de una manera determinada, por lo general con angustia, pero tambien lo instala en la pregunta acerca de si es o no amado y si ese es el precio que debe pagar para ser mirado, reconocido. Hay una sensacion de extrema precariedad en la cual se aloja esta duda esencial sobre la naturaleza de la relacion con los padres y con el mundo.
En este sentido no estamos hablando de ceder en todas las demandas de los niños para darles el gusto, sino de actuar para hacer crecer seres seguros de si mismos que puedan a su vez tener un vinculo lo mejor posible con el mundo externo.

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