Muchas personas creen que el amor y el odio son sentimientos encontrados, pero me gustaría hacer un aporte diferente sobre la naturaleza del amor. Porque lo opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia. Ya dijimos varias veces que el amor es un nutriente que motiva a todos los seres humanos, ya que todos tenemos necesidad de dar y recibir amor; y el odio corresponde a la misma lógica, en cambio en la indiferencia no hay relación, no se reconoce al otro y hay un no amor absoluto.
Pensemos en algunas situaciones donde todos vamos a poder reconocernos, donde sentimos que el amor se convierte en odio y no por eso dejamos de amar.
Por ejemplo el niño que odia a su hermano más chico, porque cree que va a perder el amor de su madre, y porque tiene pensamientos de venganza de haber sido destronado, o también un niño que tuvo un papa que no pudo mostrarle su afecto, cambia su amor por odio porque no se sintió querido.
El odio también puede transmitirse. Hay personas que creen que dan amor cuando en realidad no hacen más que transmitir odio. Por lo general aquellos que se sacrifican permanentemente por los otros no se quieren a si mismos, porque es básico que para querer al otro uno primero debe quererse.
Y por lo general odiamos en el otro esos aspectos que odiamos de nosotros mismos y que no podemos reconocerlos y entonces los depositamos en el otro, es decir los proyectamos. Cuando tomamos conciencia de estos mecanismos los podemos empezar a revertir y así va a ser posible pacificar nuestro espíritu. Es decir que la ambivalencia es algo esencial del funcionamiento psíquico. Freud hablo de la ambivalencia de la pulsión.
La relación amorosa se caracteriza por la convivencia de estas dos emociones. A todos nos ha pasado de amar a alguien y al mismo tiempo podemos hacerlo sufrir a pesar de que se lo valora por encima de todo.
Amar es querer poseer el objeto deseado y esta posesión ya es una forma de violencia que se transforma en odio en el momento en que el objeto amado se opone a que se realice ese deseo de posesión.
Entonces cuando se ama también se odia, porque el odio es la contrapartida del amor; es decir que no hay amor sin odio. Incluso hay un refrán que dice “Del odio al amor, solo hay un paso” esto quiere decir que amar a alguien también significa odiarle, Hay un filósofo y psicoanalista que se llama Zizek, que dijo que “La medida del amor al otro, es el daño que puede infligírsele” Esto parece terrible, porque nos preguntamos como es posible decir que los insultos y golpes tienen alguna relación con las palabras amorosas y las caricias. En realidad podríamos decir, que tienen la misma estructura, porque hay una intensidad de afectos en donde los participantes están tomados.
Para terminar me gustaría citar el tango Ódiame, que en realidad pertenece a un poema de un autor peruano Federico Barreto, (el ultimo ruego) que dice Si tú me odias quedaré yo convencido, De que me amaste, mujer, con insistencia. Pero ten presente, de acuerdo a la experiencia, Que tan solo se odia lo querido.
El amor y el odio, solo están relacionados atravées del ego. No son lo mismo y, obviamente, no odias a la persona amada. Solo cuando tu ego se siente ej peligro de alguna manera aparece ese "odio", sin bargo eso no quiere decir que estén de la mano.
ResponderEliminarYo no tengo estudios de psicologia, ni publico ej una revista, pero cada dia me sorprende mas ver como psicologos estudian y reproducen cliches achacandolo a "somos humanos". Cada dia me sorprenden mas, ya que, si aveces ayudan, otras muchas reproducen sus propios errores en otras personas pensando que es unico camino.
Pienso, y cada día lo tengo más claro, es que los psicologos deberias de estar realizando meditación primero y aprender a observar los procesos mentales desde dentro. Una cosa es vivir y estudiar un proceso ketal por separado, y otra muy distinta ser capaz de dejar de lado el ego y autobservarse durante el proceso mental. Ese nivel de conciencia no se consigue ni publicando libros ni revistas ni en la facultad. Pero :s el comienzo danla meditacion en general y del Zen en concreto.
Si uno quiere ayudar a alguien lo primero que debe hacer es ayudarse a si mismo.
Ser el observado y el observado al mismo tiempo
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