Las deudas inconcientes que dificultan nuestra vida

Casi todos nos sentimos responsables de nuestros padres, amigos, hijos o colegas. Y nos imponemos cantidad de deberes, obligaciones y de misiones que nos complican la vida cuando en el fondo nadie nos ha pedido que lo hagamos. Eso es una deuda inconciente.
La pregunta es de quién somos deudores y de donde vienen estas deudas que no están formuladas de manera explicita, pero que evidentemente contraemos y además nos hacemos cargo de ellas?
La primer deuda la contraemos con nuestros padres, y es la deuda de la vida ya que son ellos quienes justamente nos la han dado y ahí tenemos varias obligaciones hacia ellos. Pero habría que ver si esta es una razón para profesar una deuda eterna, que nunca termina de ser pagada.
Que quiere decir esto? Que devenir adulto es aceptar que no podemos devolverle a los padres todo lo que ellos han hecho por nosotros. Se supone los padres dan a sus hijos un amor totalmente desinteresado y a su vez también ellos han recibido la vida de la misma manera, es decir que estamos en la via de la transmisión y no del don. Es muy liberador comprender que eso que uno ha recibido de sus padres se lo transmite a sus hijos y su vez éstos a su turno se lo transferirán a los suyos. Es decir que nuestro deber es más con las generaciones futuras que con las pasadas.
Para entender mejor esto la deuda, voy a poner un ejemplo: Desde hace un tiempo una señora pasa todos los fines de semana en la clínica donde su madre esta internada con muy buen pronostico. La mamá de esta persona esta muy cuidada, tiene otros familiares que se ocupan, pero ella quiere estar ahí consagrada al cuidado de su madre. Es evidente que aca pesan otras cosas que tienen que ver con esa deuda inconciente no resuelta.
Hay padres que se pasan el tiempo reprochando a sus hijos el sacrificio que han hecho y la verdad es importante no dejarse tomar por el discurso sacrificial de las generaciones que nos han precedido porque uno corre el riesgo de perder su libertad. Hay muchas madres que dicen a sus hijos “yo no separe por ustedes” o “yo me quede sola por vos, y sos mi única razón de vivir”. Si realmente uno escucha ese discurso es muy probable que no pueda abandonarla. Ahora la verdad es que los padres no son los únicos responsables en esta relación tan asfixiante, porque cuando un padre dice “yo me sacrifique por vos”, ahí aparece el fantasma todopoderosos del niño que dice “no puedo dejarlos porque me necesitan”. Y esto agita la ilusión infantil que uno va a salvarlos. Esto se reproduce con los amigos, los compañeros de trabajo y tambien en la pareja donde se repite la relación que teníamos en el seno de nuestra familia.
Es decir que cada uno ocupa un rol dentro de su grupo de origen. Tenemos los roles oficiales como el del padre, la madre, el hermano mayor, la mas pequeña, pero también hay otros roles mas inconcientes que uno los actúa durante toda la vida. Por ejemplo tenemos el hijo que se ocupa de sacar a su madre de la depresión, el otro puede ser el sostén de un padre débil, otro va a ser un mediador, etc. Algunas veces alguien ocupa el lugar de protector y tiende a sacrificarse por los otros, para que otro, sea de su entorno o no, no sufra. Recuerdo una paciente que hacia cosas que finalmente terminaban perjudicándola para beneficiar a otros, hasta que luego de un tiempo de análisis dijo “ahora me doy cuenta que a la única persona a la que le debo algo es a mi misma”.
El tema es que traicionar esa deuda implica una ruptura y también el riesgo de perder el amor de aquellos a los que supuestamente se hace sufrir.
En realidad no se trata ni de traición ni de ingratitud, se trata de ejercer la responsabilidad por la elección de la propia vida. Muchas veces uno no hace algo por afecto, por placer sino por obligación, porque supuestamente “debemos” hacerlo.
La verdad no se trata de cerrarle la puerta a todo lo pasado, porque por supuesto que el amor a nuestro pasado y a determinadlos valores es algo muy importante que crea una continuidad en nuestra existencia. No se trata de renegar de la familia, de los viejos amigos o de los orígenes, hablamos de corrernos de todo aquello que nos detiene en nuestro crecimiento y que genera culpa y deuda, para poder ser mas autónomos, mas responsables y por lo tanto mas libres en nuestras determinaciones.