A diferencia de las mujeres, por lo general no tienen el coraje de afrontar el fin de una relación o si no lo hacen de manera brutal.
Dice una mujer de 32 años en medio de un ataque de llanto. Hacia 2 años que salía con mi novio y hace apenas 6 meses estábamos planeando una convivencia. El otro día recibí un mail donde me dice que fue muy feliz conmigo, pero que conoció a otra chica con la que quiere hacer la prueba. Al terminar se despide deseándome suerte. Otra mujer consulta porque su compañero empezó a estar callado y cuando ella le preguntaba que le pasaba, el decía que nada. Finalmente después de una convivencia de 2 años un dia se lleva sus cosas y le deja una nota diciéndole que se mudaba a la casa de un amigo sin darle ninguna explicación y ahora ni siquiera contesta sus llamadas.
Estas viñetas muestran que los hombres tienen problemas en confesar sus sentimientos y enfrentar una ruptura, sobre todo cuidando a la persona con la que han compartido un tiempo importante.
Cuando un hombre viene a consulta, este tema no es motivo de preocupación, hablan de ansiedad, de stress o de alguna otra cosa. Solo después de un tiempo de trabajo de análisis empieza a surgir algún tipo de malestar vinculado con estas cuestiones, pero al principio esto de no saber cómo enfrentar la ruptura de un vinculo es algo que está escondido.
En la sociedad en la que vivimos el hombre está acostumbrado a estar en acción, es decir en la búsqueda de resultados concretos, y la ruptura es sinónimo de pérdida, de incertidumbre, y por lo tanto de angustia. Es por eso que son tantos los que evitan romper claramente o que arman una nueva relación casi al mismo tiempo en que terminaron la anterior y a veces antes. Esta es una manera de conjurar la angustia que les provocan las separaciones y que podemos remontarnos a la primera experiencia de separación. Porque el temor masculino del vacío y la soledad reenvía a la angustia de la separación con la madre.
El niño se imagina que él es todo para su madre y que ella no sabría vivir sin él. Recién hacia los 3 o 4 años, durante el Edipo se da cuenta de su error, porque ahí toma conciencia de que el verdadero objeto de deseo de su madre es su padre y no él. Este descubrimiento lo angustia, pero también lo tranquiliza. Cuando esta toma de conciencia no se produce, por ejemplo con un padre bastante ausente, sin autoridad, o una madre que está muy tomada por el hijo, el niño imaginariamente continua con esta creencia de que efectivamente él es el partenaire de su madre y que por lo tanto dejarla sería como matarla. Esto en la edad adulta, tiene como consecuencia la dificultad para vincularse con una mujer y también problemas para separarse. Entonces oscila constantemente entre el deseo de partir y el sentirse culpable y no actúa. La mujer en cambio, toma decisiones. Los hombres raramente expresan con palabras su deseo de cortar un vínculo, mas bien desarrollan un comportamiento agresivo o provocador, bastante inmaduro. Incluso cuando una pareja ya no funciona tratan de hacer que la mujer los deje. Decía un paciente de 28 años, "yo me las arreglo para ser dejado más que por dejar. Entonces aparezco desprolijo, poco atractivo y hasta me muestro odioso para hacer que el ambiente se vuelva irrespirable y obligarla a tomar la iniciativa. Es poco glorioso pero muy eficaz".
O sea que la relación del hombre con su pareja es muy distinta que la que establece la mujer, hasta podemos decir que la pareja es femenina o no es. Porque las mujeres han desarrollado una tendencia a la felicidad y a una vida en pareja exitosa, tanto en el plano afectivo como sexual y también adquirieron autonomía en el plano económico y social. Es por esto que no dudan en terminar un vínculo si no cumple con las condiciones que ellas desean.
En cambio los hombres se quedaron en un modelo arcaico de pareja, mas del siglo XIX, o incluso una vez que el tiempo de la seducción terminó, no intentan alimentar el vínculo y a veces se dan cuenta bastante tarde que todo terminó. El hombre que rompe abruptamente es difícil que pueda dar razones de su decisión y esta incapacidad de explicar claramente lo que le pasa hace que aumente el sufrimiento. Porque dejar al otro sin explicación es dejarlo sin ninguna posibilidad de defenderse, de decir no estoy de acuerdo o plantearle que el otro también tiene una parte de la responsabilidad. Lo no dicho hace que surjan en el otro todos los fantasmas, todas las dudas porque le aparece un vacio. Además a la mujer que fue dejada de esa manera le es bastante difícil reconstruirse, porque al no darle explicaciones acerca de lo sucedido, de alguna forma se encuentra totalmente negada.
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